miércoles, 30 de octubre de 2013

Buñuelos terroríficos pero...¡DELICIOSOS!

                           Buñuelos con la abuelita 



 


Ingredientes : 
· Bicarbonato 
· Sal 
· Huevo 
· Harina 
· Medio vaso de agua 

Preparación : 


· En un bol , se echa un poquito de sal (para que no quede soso), media cucharita de bicarbonato, medio vaso de agua y dos huevos. Se remueve y cuando ya esté disuelta la mezcla, con dos cucharas se hace la forma del buñuelo, en una sartén se echa aceite y se fríen los buñuelos. Cuando ya estén fritos, se rebozan en azúcar y... ¡LISTOS PARA COMER!

viernes, 25 de octubre de 2013

La posada de Los Muertos - El Mago de Oz 



El hombre calado

Un hombre se encontraba parado a la orilla de la carretera en medio de una oscura y tenebrosa noche mientras caí un fuerte aguacero.
Esto sucedió en la madrugada de un 31 de octubre -noche de brujas-, más o menos a dos kilómetros del cruce de una vía que conducía a dos pequeños poblados.

Pasaba el tiempo y el clima se ponía peor, y aún así, los pocos vehículos que transitaban a esa hora no le paraban a pesar de las señas que, en este sentido, les hacía.
La lluvia era tan fuerte que apenas nuestro personaje alcanzaba a ver a unos tres metros de distancia. De repente vio cómo un extraño coche se acercaba lentamente y al final se detuvo.

El hombre, sin dudarlo por lo precario de la situación, se subió al coche y cerró la puerta. Volteó su mirada y se dio cuenta, con asombro, que nadie lo iba manejando.

El coche, entonces, arrancó suave y pausadamente. Aterrorizado, miró hacia la carretera y se dio cuenta, con horror desorbitante, que adelante había una curva. Mojado hasta los huesos, se siente totalmente congelado.
Asustado. comienza a rezar e implorar por su salvación al advertir su trágico destino.

El hombre no ha terminado de salir de su espanto, cuando justo antes de llegar a la curva, una mano tenebrosa entra por la ventana del conductor y mueve el volante lentamente pero con firmeza.

Paralizado del terror y sin aliento, medio cierra sus ojos, se aferra con todas sus fuerzas al asiento e inmóvil e impotente ve como sucedía la misma situación en cada curva del tenebroso y horrible camino, mientras la tormenta aumentaba su fuerza.

Nuestro asustado personaje, sacando fuerzas de donde ya no quedaban, se baja del coche y  se va corriendo hacie el pueblo más cercano. Deambulando, todo empapado, se dirige hacia una fonda que se percibe a lo lejos.

Entra en ella, y a pesar de la hora, pide dos "tragos dobles" de aguardiente y, temblando aún, les empieza a contar a los pocos contertulios que hay, la horrible experiencia por la que acababa de pesar y presenciar.
Se hizo un silencio casi sepulcral ante el asombro de todos los presentes. El miedo asomaba por todos los rincones del lugar.

A la media hora llegan dos hombres totalmente mojados, y molesto le dice uno al otro:


"Mira Juan: allá está el HP que se subió al coche cuando lo veníamos empujando".
¿Estás seguro de que quieres mirar?











El espejo de Rebeca.



El 31 de octubre de hace un par de años, los cinco amigos de Rebeca quedaron para conmemorar la muerte de un amigo suyo que falleció de cáncer. Uno de los chicos comentó que su abuelo le había dicho una forma de volver a ver a su difunto compañero, solo necesitaban armarse de valor para conseguirlo. El abuelo de José le dijo que necesitaban una vela negra por persona, una rosa blanca y un espejo, hacia media noche tenían que cerrar los ojos y escuchar las doce campanadas que indicaban que eran las doce. Pero al parecer solo tenían cinco velas negras y cuatro rosas. Sin darle mucha importancia Rebeca solo cogió la vela negra. Todos se encerraron en el baño, con su rosa blanca y su vela negra, menos Rebeca que escuchó un ruido procedente del salón, pero no le dio importancia ya que pensaba que era su mente que le estaba jugando una mala pasada pero aun así decidió salir a comprobar si se había despertado su hermana. Procedieron a cerrar los ojos, sin Rebeca presente, empezaron a sonar las doce campanadas, pero en la última se oyó un grito atronador, entonces me desperté, fui al salón y lo único que pude hacer fue quedarme paralizada por el terror.



 Todos abrieron los ojos y miraron al espejo, para su sorpresa quien se apareció en él no fue Gabriel, su fallecido amigo, sino Rebeca con una rosa blanca en la mano, todos miraron para atrás y vieron que la chica no estaba, corrieron hacia el salón que era donde se había escuchado el grito, y, yo me encontraba. Salieron de la casa al descubrir el cadáver de Rebeca cubierto de sangre con pétalos de rosa blanca. Desde ese momento nadie volvió a visitar las casa de Rebeca porque dicen que se siguen oyendo gritos y oliendo a cera de las velas, nadie ha ido menos yo, su hermana, que lo único que recuerda es la cara de terror de mi querida Rebeca antes de morir. Nadie sabe cómo murió, ni quien la mato, la única pista de su muerte fueron los pétalos ensangrentados de la rosa que faltaba.

jueves, 24 de octubre de 2013



Mitos y leyendas. El fantasma de La Casa de las siete chimeneas.






  
La doncella del tejado
Invierno en Madrid, el retumbar de truenos lejanos y el sonido del viento azotando los vidrios de los ventanales terminan por deshacer mi placentero sueño y me desvelan. Mi despertador digital marca la 03:31. Perezosamente me levanto de la cama y tras beberme un vaso de agua me siento junto a la ventana del salón para fumarme un cigarro, con la esperanza de poder volver a conciliar el sueño.
La noche fuera está de lo más desapacible, en la plaza del rey, las ramas de los árboles flamean al viento violentamente devolviendo crujidos lastimeros. Algunas bolsas y cartones huidos de los contenedores de basura, se arremolinan al final de la calle y parecen cobrar vida en sus acrobáticos vuelos,  imitando los juegos infantiles y al amparo de la intimidad que se les presenta en una noche como ésta, con las calles desiertas y a salvo de miradas juzgadoras.
En el cielo, una masa de nubes rojizas avanza hacia el este a toda velocidad, presagiando la tormenta inminente que no tardará mucho en descargar sobre la ciudad. De vez en cuando, un rayo lejano tiñe las nubes de gris eléctrico y a los pocos segundos, los cristales vibran con su correspondiente trueno. Arrimo más mi sofá a la ventana… siempre me gustaron las tormentas y esta noche parece que el sueño me ha abandonado por completo. En una de las pausas entre trueno y trueno, mientras prendo mi segundo cigarrillo, me parece escuchar el tañir de unas campanas a lo lejos, quizás sean las de la iglesia de los Calatravas, en la calle de Alcalá, pero me parece muy extraño… esos tañidos no son los que marcan la hora… son monótonos… repetitivos, parece que las campanas tocan a muerto. Pero no es posible, a estas horas de la madrugada iglesia de Madrid está abierta y muchísimo menos suenan las campanas, más allá de los mecanismos automáticos de los relojes.
Son las 03:54, de repente, unos enormes goterones impactan contra las ventanas como pequeños kamikazes, produciendo ruidos sordos que rebotan por el salón, perdiéndose en ecos suaves por el pasillo del fondo. Un enorme relámpago serpenteante se dibuja ante mis ojos a unas pocas cuadras de mi casa y prácticamente al instante, al tiempo que suena un estruendoso trueno, se va la luz en la calle y todo queda sumido en la oscuridad. Las campanas siguen sonando entrecortadamente en la letanía…
Me levanto y me pego mi cara contra los fríos y empañados vidrios para comprobar que todo el barrio está completamente a oscuras. La amarillenta luz de otras zonas alejadas de la ciudad que no han sufrido el apagón rebota en los nubarrones inundando la plaza y la calle Infantas con tenues tintes rosáceos. La lluvia comienza a ser más perceptible y mientras alzo mi mirada al cielo, sobre el edificio que tengo en frente, sede del ministerio de cultura… la veo.
Siento como mi cuerpo queda paralizado ante la visión que estoy contemplando en éste momento. Una mujer, alta, con el pelo largo y negro que ondea flácido en las azarosas ráfagas de viento, camina segura entre las chimeneas del tejado del edificio. Ataviada con un camisón blanco que cubre su cuerpo hasta los tobillos, se dirige cabizbaja y decidida por el alero del palacete hacia la zona que da al Alcázar. En una mano porta una especie de antorcha, en la que una débil llama lucha a muerte contra la lluvia.





Cuando llega al extremo del tejado, cae de rodillas y alzando su rostro al cielo, comienza golpear con fuerza su pecho. Otro relámpago estalla a escasa distancia y su fantasmal perfil se dibuja perfectamente mientras que el sonido del trueno se funde con un alarido que hace que todos los pelos de mi cuerpo se tensen como alambres de acero.
Tras el fogonazo del relámpago y cuando mis retinas vuelven a enfocar en la oscuridad, la extraña mujer ya no está. Parece que se ha evaporado ante mis ojos…

Dando lentos pasos inconscientes hacia atrás me derrumbo sudoroso en el sillón. Todavía no me puedo creer lo que acaban de ver mis ojos; toda la vida escuchando la vieja leyenda de la casa de las siete chimeneas y yo siempre tomándomelo a broma y hoy, la mismísima Elena Zapata ha paseado por su tejado para mí.

martes, 22 de octubre de 2013

TRADICIONES EN DIFERENTES PARTES DE ESPAÑA.A


En España existen diferentes creencias y tradiciones en torno a los difuntos; en algunos lugares de Castilla  se cree que los muertos salen de sus tumbas el 2 de noviembre en la noche, para asustar a quienes estén distraídos por la calle o se hayan quedado hasta tarde en los caminos rurales. Este mismo día, se realiza en Zamora la procesión de las ánimas, por las calles aledañas a los cementerios, mientras se reza el rosario alumbrándose con velas; en Galicia se cree que los difuntos asisten a las misas que se ofrecen en su nombre en las iglesias.

En Tajuelo se celebra el Ritual de las ánimas, que consiste en una procesión encabezada por el sacerdote; se organizan un grupo de casados y otro de solteros, quienes van coreando alternativamente las estrofas del cántico a las ánimas, alumbrados con luz de velas. Al terminar cada cántico, se reza un padrenuestro, hasta terminar el ritual. Al finalizar, se toca la campanilla y se reparten pastelillos y vino para los asistentes.

En Alicante, se ponen velas en las ventanas desde la noche del 28 de octubre, para iluminar el camino de las ánimas; en muchas partes de España se festeja el día de los muertos con suculentos platillos y pasabolas, algunos relacionados con las fechas, como los huesos de santo, y otros simplemente por preparar algo especial qué compartir durante el día de las ánimas. 

Ocurre también que las comunidades mejicanas ubicadas en diferentes puntos de España, quieran celebrar su ritual de los muertos y no perder sus tradiciones familiares, razón por la cual se han hecho conocidas las calaveritas de azúcar y el pan de muertos.